El año 2010 trajo consigo una serie de dificultades, la mayoría derivadas de la falta de capital. Sus padres ayudaron en la medida de lo posible, cubriendo el alquiler y algunos gastos corrientes de day aday , pero la carga financiera pesaba mucho sobre la familia. Su padre trabajaba fuera durante semanas y volvía con un montón de facturas sin pagar. Entre los gastos más importantes estaba el pedido de papel pintado por valor de 7.000 dólares directamente a una fábrica europea. Sin el apoyo y la generosidad de sus padres, el negocio no habría sobrevivido más allá de ese año.

Richard y Bryce se mantuvieron firmes en su ambición de convertirse en actores importantes de una industria centenaria. Comprendieron que tenían que adaptarse a las normas del sector. Aunque imprimían sus papeles pintados con tecnología digital, formaban parte de una industria que seguía anclada en gran medida en los procesos analógicos. Los productores tradicionales del Reino Unido podían fabricar un rollo de papel pintado por menos de 5 libras. Esta idea les llevó a buscar constantemente métodos de producción más rentables, como abastecerse de papel directamente en fábricas de Europa. Sin embargo, a mayor escala, mayores costes, lo que les llevaba a pedir dinero prestado a varios miembros de la familia e incluso a novias ocasionales (todo lo cual se devolvía a su debido tiempo).